miércoles, 2 de marzo de 2011

LVIII Curso. Antonio Daganzo, presentado por Sergio Macías.

Tertulia Literaria Hispanoamericana
Rafael Montesinos

Curso LVIII
La Directora de la Fundación de Colegios Mayores MAEC-AECID
y la Directora de la T. L. H. Rafael Montesinos

se complacen en invitarle a la
sesión 1655ª

Martes, 1 de marzo de 2011 - 19´30 horas
Antonio Daganzo leerá poemas publicados e inéditos
presentado por Sergio Macías
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Tertulia Literaria Hispanoamericana Rafael Montesinos
Colegio Mayor “Nuestra Señora de Guadalupe”
Avenida de Séneca, 4 Madrid








Antonio Daganzo, Marisa Calvo y Sergio Macías



Sergio Macías


Antonio Daganzo







En primer término,
el poeta Justo Jorge Padrón

El primero por la izquierda,
el poeta Aarón García Peña


Los poetas Manuel López Azorín, segundo por la izquierda, y
al fondo derecha, Ángela Reyes y Juan Ruiz de Torres
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Escúchame
agitar el agua secreta y perezosa,
memoria de la suave ablución que convocaba,
doblar los juncos,
dar al insecto un motivo de lucha
en su indolencia,
vulnerar a la par que el martinete.
Escucha esta energía desatada, rebosante,
elemental,
silbar por fin bajo tu cuerpo,
chocando contra sus vallas escondidas
y ascendiéndote el alma hasta el desnudo,
allí donde claudica el artificio.
Escucha cómo el aire está en ti,
soy yo, y me he hecho viento
en el instante que ha sido mi ventura:
te he erizado la piel,
te he emocionado.
Vencida, que ensordeciste tu alma en las lagunas.

(De Siendo en ti aire y oscuro. 2004)


***





Suena el amor cual viento castigado
que a la música tuvo por camino
hasta el arder, ceniza ancha de espino,
fuego tras luz que muere así quemado;

amor sin pies buscaba, convocado
al poema, rumor de senda y vino
y embriaguez del concepto, mas su sino
era vientre, temblor y maculado,

noticia de la carne que abolía
posesiones del mito, la inocencia.
El amor y la música, armonía

jamás tras el rigor de la sentencia:
ni el aire estructurado bastaría
para darle al amor la sola esencia.

(De Que en limpidez se encuentre. 2007)



***




Ciertas tardes
la consulta tranquila de los médicos.
Serenidad tan torpe,
qué importa el relato de una madre,
espinas en la boca.
Allí una vez el niño no fue niño,
pues lloró como adulto
de frustración ya vieja.
Entonces revolotearon batas blancas,
sorprendidas palomas imposibles.

(De Mientras viva el doliente. 2010)
Antonio Daganzo














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